“Los domingos se iba de raite de su rancho a Cosalá y los viernes se regresaba en un camión que pasaba por su rancho o de raite”
UN RANCHO DE LA SIERRA DE COSALÁ
Mario Torres Corrales
En los
años 90, en un ranchito en la sierra de Cosalá, había un niño que se llamaba Mario.
Ingresó por primera vez al preescolar y su mamá lo llevaba todos los días a la
escuela. La profesora empezó a tener problemas con Mario porque no quería
trabajar y se iba para su casa llorando. La profesora no encontraba la manera
de cómo entretenerlo para que no se
fuera a su casa, le regalaba paletas o dulces, trabajaba de manera
personalizada y con estrategias nuevas y, aun así, el niño se iba a su casa. Su
mamá, muy enojada, lo regresaba y le decía a la profesora que por qué lo dejaba
que se fuera para su casa. La profesora le decía que no encontraba la manera de
cómo detenerlo, porque donde daba clases la profesora era una casa que le habían
prestado y no tenía cerca, por eso no había manera de detenerlo. Pasaron los
días y el niño se fue acostumbrando y ya no se iba para su casa.
Mario
entró a la primaria, cursó primero y segundo año sin ningún problema, era un niño
muy inteligente, cuando entró a tercer año lo metieron a la escolta, no tuvo
problemas; era muy bueno para las matemáticas, pero no le gustaba esa materia,
cuando el profesor les ponía problemas para que los resolvieran era ahí cuando se
ponía nervioso, inquieto y, a veces, lloraba en silencio para que el profesor
no se diera cuenta, porque él no quería que lo castigara como a sus compañeros,
porque los hincaba, los paraba frente a la pared o les pegaba en la mano con
una regla de madera. Pasó el tiempo y Mario le perdió el miedo a las matemáticas.
Cuando ingresó a cuarto año se sacaba puros 10 en matemáticas y en las demás
materias también, a veces el profesor lo ponía a que resolviera los problemas
que les ponía a los alumnos de quinto y sexto año.
En la secundaria, era el niño más inteligente del plantel, nunca tuvieron problemas los profesores con él. Su mamá se sentía muy orgullosa de su hijo porque los profesores siempre le hablaban muy bien de él. La prepa la estudió en el COBAES de Cosalá. Los domingos se iba de raite de su rancho a Cosalá y los viernes se regresaba en un camión que pasaba por su rancho o de raite. En ese plantel tampoco tuvieron problemas con él, seguía siendo unos de los alumnos más disciplinados. Terminó la preparatoria, pero ya no pudo seguir estudiando, por problemas económicos, tuvo que trabajar para ayudar a sus papás. Después de 14 años que terminó la prepa, tuvo la oportunidad de volver a estudiar, actualmente está en el quinto semestre de Licenciatura en Educación en la Universidad Pedagógica del Estado de Sinaloa, (UPES). Por fin se le está cumpliendo su sueño de ser el mejor docente.
Comentarios
Mario, tu relato es un pequeño trozo de vida que apenas empiezas a contar. Lo importante será que sigas reflexionando y construyendo nuevos relatos. Saludos, José Manuel Frías Sarmiento