“La Guerra es tan débil que ante cualquier muestra de amor desaparece. Un abrazo, una vida. Un beso, una vida”







 

LA GUERRA


Itzel Karyme Rubio Espitia


Dos estallidos se escucharon a no más de 100 metros de nosotros, mi esposa y mi hijo de apenas tres meses de nacido se pegan a mi cuerpo buscando calma. Lo menos que siento en este momento es calma, furia total corre por mi cuerpo ¿Por qué no puedo protegerlos?

Toda mi vida había soñado casarme con esta bella mujer, por una milésima de segundos puedo recordar las noches de conquista durante nuestra juventud, esos ojos marrones que me volvían locos y ese cabello oscuro que de vez en cuanto me gustaba acariciar. Cuando nos casamos por fin, me sentí el hombre más feliz del mundo, me sentía capaz de construirle con mis propias manos una mansión si ella me lo pedía. Pero ahora mismo no podía ni siquiera asegúrale un lugar donde dormir.

Habíamos encontrado un pequeño lugar donde pasar nuestros días antes de escapar de este maldito lugar. La guerra nos había arrebatado a nuestros padres y amigos, pero aquellos dos pares de ojos del mismo color eran los que me daban mis fuerzas. Sin darme cuenta las lágrimas empiezan a caer por mis ojos.

-       No te atormentes, no es culpa tuya- me dice Azahara 

-       Te sacaré de aquí- le dije directo a los ojos- los sacaré de aquí y podremos vivir esa vida que tanto anhelamos.

Me dio una sonrisa, y no puedo creer lo bella que luce, aunque su rostro refleje cansancio, la falta de comida y suciedad en su ropa, ni la mejor Miss Universo se compara a lado de ella. Que dios me mate en este mismo instante si no daría mi vida por mi familia. Parece como si leyera mi mente, me mira directo a los ojos y me da ese beso que necesitaba para tranquilizarme.

Otro estallido nos hace volver a la realidad. Con un movimiento tomo al bebé en un brazo y con otro sujeto bien a Azahara.

-       La frontera queda ya a pocos metros, si nos apresuramos podemos llegar antes de que anochezca- la sigo abrazando

-       Samir-me dice ella- él bebe tiene hambre.

Nos detuvimos un momento para darle de comer al pequeño Haid, que ya estaba empezando a quejarse por el hambre. Mientras Azahara se acomodaba para amamantarlo, yo salía fuera del escondite para vigilar la situación, ése había sido nuestro ritual durante los pasados ochos meses. Al principio, la guerra era sólo un mito a voces, aunque siempre existía la posibilidad de que ésta pasara, nosotros siempre creímos que nunca llegaría. Al principio se otorgaron asilos donde las personas de otros lugares podían llegara nuestro pueblo ya que era el más tranquilo, tiempo después, el miedo empezó a invadir al país y muchos de nuestros amigos se mudaron a otros países. Nos parecía una locura dejar todo lo que teníamos e irnos a un lugar totalmente diferente, aunque Azahara y yo habíamos dicho un millón de veces que nos gustaría viajar, lo cierto es que nos hubiera gustado que Haid creciera en el mismo lugar donde crecimos nosotros. Rápidamente las cosas empezaron a cambiar, el primer estallido se escuchó al sur de la ciudad donde Vivian mis padres, a las escasas dos horas los dieron por muertos, ésa fue la primera vez que quise entrar al ejército, deseaba acabar con todos, darles el mismo sufrimiento por el cual yo había pasado, mi tristeza se había trasformado en una bomba de odio. Recuerdo que esa noche Azahara y yo tuvimos una fuerte discusión, me estaba convirtiendo en alguien que no quería y nunca olvidaré las palabras que ella me dijo

-       Si te enlistas en el ejército o te unes algún grupo armado, demostrarás que eres igual como los que asesinaron a tus padres.

Esas palabras entraron en el fondo de mi corazón y esa noche, por fin, lloré la muerte de mis padres. Lágrimas y gritos salieron de mí esa noche. Al día siguiente, la vida parecía menos mala. La única forma de honrar su memoria era vivir una vida plena y llena de felicidad con mi familia, así como ellos hubieron querido. Pero todas las semanas me enteraba que alguien cercano a nosotros había fallecido.

Cuando tomamos la decisión de irnos de aquí fue dos días después del nacimiento de Haid, justo cuando mis suegros murieron en una masacre por parte del grupo enemigo, Azahara me imploró que lleváramos a Haid a un lugar donde pudiera crecer en paz. Ya habían pasado casi tres meses desde aquella promesa que no le había podido cumplir. Y el remordimiento me atormentaba día con día.

Las cosas se habían puesto complicadas y la mitad del tiempo la pasábamos escondidos y la otra mitad tratando de sobrevivir. Pero hoy sería el día en que cruzaríamos la frontera para pedir asilo en el país vecino. Un fuerte estallido me hace volver de mis recuerdos y esta vez lo escucho cerca, pude sentir hasta la onda expansiva. Rápidamente vuelvo hacia Azahara para encontrarme con su cara de preocupación.

-       Vamos amor, te sacaré de aquí- le dije mientras tomaba Haid

La tomo de la mano y empezamos nuestro corto viaje, volteo a ver por ultima vez ese escondite que se había vuelto lo más seguro que teníamos después de nuestro gran amor. Avanzamos con mucho cuidado, no sabíamos en que momento deberíamos escondernos, así que con pasos rápidos pero seguros empezamos nuestra travesía. Ninguna palabra salía de nuestra boca, pero esas miradas expresaban todo lo queríamos decir. Un miedo recorre por mi interior cuando Haid empieza a llorar en mis brazos.

-Shh shh, ya casi llegamos- le susurro mientras lo arrullo

- yo lo tranquilizo- me dice Azahara- tenemos que avanzar.

Con un movimiento rápido toma Haid en sus brazos y me asiente con la cabeza, como dándome la señal para volver a la carrera. A lo lejos se empiezan a escuchar disparos, y comienzo a sentir la adrenalina corriendo por mi cuerpo, ya falta poco para llegar y una sonrisa se empieza a dibujar en nuestros rostros. Nuestra respiración se acelera y durante ese pequeño instante no nos importa nuestro sueño o nuestra hambre, es como si nuestra libertad fuera la meta. Las balas de escuchan cada vez más cerca, pero eso no nos impide avanzar.

-       Al final de esa colina está nuestro hogar- casi grito por todos los aires

Azahara da unas risas de emoción y felicidad, ambos miramos a Haid que ya se ha dormido. El sonido de un motor acercándose cambia totalmente la felicidad por miedo.

-       Ey, ey- grita un hombre armado

-       Azahara corre- le grito desesperado- corre por favor corre.

Azahara abraza con fuerza a Haid, y el sonido que produce tristeza se escucha desde su arma, uno, dos, tres. Tres pequeños estallidos bastaron para saber que ya estábamos perdidos, afortunadamente ninguno impacta en nosotros y el carro se va. Volteo hacia mi amada para seguir nuestro camino. Toda la vida se me cae, Azahara está en el suelo boca arriba con Haid junto a ella.

-       Amor, amor- le grito desesperado.

Me inclino ante ella y la tomo entre mis brazos, un pequeño quejido sale su boca y me doy cuenta que está herida.

-       Iré por médico, amor resiste por favor- le imploro gritando

Justo en ese momento volteo a ver Haid quien esta empapado de sangre.

-       ¡NOOOO!- lo tomo entre mis brazos tratando de ayudarle- hijo resiste, iré por un médico, aguanten por favor.

Mis manos temblorosas y llenas de sangre tratan de buscar la herida para tapar la hemorragia, cuando me doy cuenta que ya no late su corazón. Mi mundo se cae por completo, trato de buscar esos ojos consoladores, pero veo que ya no tiene el brillo que buscaba y finalmente mi amada da su último respiro. El dolor de una bala o, incluso, el de todas las bombas nucleares habría dolido menos que ese momento, la razón de mi vida y el motivo de mi felicidad se había marchado.

-       ¡Mi vida, perdóname, por favor! me abalanzo sobre ambos para abrazarlos- ¡Perdónenme, por favor!

Mis gritos y llantos se convirtieron en un silencio. No sentía nada, estaba en un estado de shock. Sabía que todo era un sueño, no podía terminar su vida así, no de esta manera, aquella perfecta piel de mi amada empezó a cambiar de color y yo me empeñaba en despertar de esa pesadilla.

-       Cariño despierta- apenas salía mi voz- tenemos que irnos.

Lágrimas brotaban por mis ojos cuando miraba a Haid, ¿Qué ser tan inhumano pudo hacerle esto? De pronto escucho a lo lejos.

-       Una bala, una muerte. Una bomba, una muerte- entonaba la voz misteriosa.

Me giro para ver de dónde provenía ese sonido, trato de enfocar mi vista para descifrar aquella imagen borrosa y a lo lejos, observo un ser alto con una túnica negra, y en su mano lleva un listado.

-       Una bala, una muerte. Una bomba, una muerte- vuelve a decir.

Esa bestia era la causante de todo.

-       ¡Eyyy! - le grito desde arriba.

Veo como su cabeza gira, pero no estoy seguro si me mira a mí, pues una capucha tapa su rostro.

Rápidamente me doy cuenta que me mira. Su túnica era tan larga y sus pasos tan decididos que parecía que volaba. Mientras se acercaba, una oleada de tristeza se apodera de mí. Sus largas mangas tapaban sus manos, así que sólo era visible una larga pluma color negro, que era la que tachaba lo que fuera que hubiera en esa lista. Me di cuenta que ya estaba cerca cuando miré que lágrimas brotaban de mis ojos. Pero eran lágrimas muy diferentes, éstas ardían, era como si llorara ácido, pude deducir que mis ojos se tornaron rojos y casi juraría que una que otra gota de sangre pudo salir.

-Azahara- tomó su larga pluma y tachó en su papiro.

Me di cuenta de quién venía esa voz.

-Haid- vuelve a tachar

Venía por ellos.

- No te los puedes llevar- le dije gritándole en la cara.

Sin importarle, se dio media vuelta y trató de irse, en ese momento miro la parte trasera de su túnica, con letras grandes y en color plateado decía "Guerra". Su larga lista llevaba impregnando los nombres de las víctimas, y entre esos nombres iba el de mi amada y mi pequeño. Mientras más se alejaba más se iba la tristeza. Pero la furia comenzó a volverse parte de mí, casi como un instinto de supervivencia de mi boca salen una sola palabra.

- ! DÉBIL ¡- grito a los aires.

Ella se detiene de la nada. si me escucha, es capaz de oírme.

- Eres devastadora, pero tan débil. te llevas a mi esposa, te llevas a mi hijo- empiezo a sollozar- no soportas la felicidad, porque tú misma estás hundida en la tristeza.

Da una vuelta y ahora sé que si está viéndome. Con la poca fuerza que me queda, vuelvo a agarrar valor.

- Esa capucha esconde todas tus lágrimas y tú túnica crea una falsa seguridad- doy dos pasos hacia ella- eres patética, no soportas la vida y por eso prefieres esconderte en la muerte.

Justo al terminar esa frase sin darme cuenta de ellos, se escuchan de nuevo. Uno y dos, e inmediatamente en mi piel siento un ardiente dolor. Al fondo escucho el motor siguiendo el camino; como si fuera poco, mi cuerpo cae al suelo, pero no puedo darme por vencido, la guerra sigue viendo en mi dirección y puedo escuchar como ríe.

- Te dan miedo los abrazos y el amor- me incorporó y quedó sobre mis rodillas- la felicidad te apuñala el corazón.

Cada palabra me duele en el alma y el cuerpo, cada bocanada de aire me recuerda lo mal herido que estoy.

-!Tacha mi nombre cobarde¡ -vuelvo a tomar aire- te puedes llevar mi vida, pero no mi felicidad. Esa mujer y ese pequeño me brindaron todo lo que pude pedir, mi amor por ellos está firme que ni la muerte, ni mis heridas ni siquiera la guerra los puede eliminar de mí.

Se acerca mi muerte, cada vez veo más borroso y el dolor de los impactos ya no se sienten. Estoy seguro que moriré. Las bocanadas de aire ya no son suficientes y mis músculos ya no reaccionan. Pero ni todo eso pueden quitarme a mi familia, si La Guerra pudiera imaginarse una mínima fracción del amor que yo les tenía, estoy seguro tuviera empatía, si La Guerra hubiera sido testigo de nuestras muestras de amor, ella sería débil a nuestros pies. La maldad que la corrompe es tan frágil como el cristal. El habla y el amor la divide en dos.

Observo cómo se empieza a acercar a mí, me analiza detalladamente y, finalmente, tacha mi nombre de su lista.

Ya en el suelo y con una vista casi nula, veo como aquella sombra se va alejando.

- ¡QUE VIVA EL AMOR! - le grito con mi último aliento.

De un momento a otro desapareció. La Guerra es tan débil que ante cualquier muestra de amor desaparece. Un abrazo, una vida. Un beso, una vida.

Comentarios


Itzel Karyme, La Guerra es un relato interesante y desgarrador que pudiera estar sucediendo en algunas regiones de este Mundo desalmado que estamos creando, con o sin el consentimiento de todos. Es interesante porque mezclas la ficción con la realidad para construir una mirada literaria acerca de La Guerra, que mata a tantos inocentes.

Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
Marcelo Tolosa dijo…
Excelente relato Itzel Karyme. Al ir leyendo los primeros renglones no dude en pensar que es la realidad actual en algunos paises y la actitud del Jefe de Familia me recuerda la filosofía del libro "El Hombre en busca de sentido", el que tiene un porque puede soportar cualquier como. También me pareció muy interesante el símbolo que usaste para la guerra y todo lo que representa. Felicidades Itzel Karyme, un texto muy bien trabajado.
Carlos rubio dijo…
Exelente relato , me hace pensar en como ante la problemática en que vivimos ,somos capaces de encontrar esperanza en las personas alas que amamos,minimizando los riesgos de salir a ante cualquier peligro incluso la guerra ,las balas o un sistema que te envuelve robandote la capacidad de ser feliz incluso en un ambiente no tas ostil,siempre se lucha por lo que te da sentido a tu vida . Felicidade Itzel Karime. No te detengas
Carlos rubio dijo…
Exelente relato , me hace pensar en como ante la problemática en que vivimos ,somos capaces de encontrar esperanza en las personas alas que amamos,minimizando los riesgos de salir a ante cualquier peligro incluso la guerra ,las balas o un sistema que te envuelve robandote la capacidad de ser feliz incluso en un ambiente no tas ostil,siempre se lucha por lo que te da sentido a tu vida . Felicidade Itzel Karime. No te detengas

Carlos rubio..
Unknown dijo…
Excelente relato me hace creer que estoy justo en entre la guerra que ahi se describe.amo la forma en la que te expresas y nos transportas a ese mundo de imaginación al cual solo la lectura nos puede lleba.
Unknown dijo…
Sin duda un exelente relato, que de inmediato nos hace reflexionar en como todo nuestro entorno y razón de vivir puede cambiar en un instante y arrebatarnos lo que más amamos por razones que ni siquiera conoceremos, pero lo que le sigue dando razón a a nuestro existir es el amor incondicional para nuestros seres queridos y aún después de caídos poder levantarnos y seguir demostrando que solo el amor nos da la fuerza necesaria para seguir adelante con un propósito en nuestra vida, sigue así Itzel

Entradas más populares de este blog