“He sentido mucho miedo por no encontrar la felicidad o, mejor dicho, por verla y no tenerla”







 

EL DULCE ANHELADO



                                                     Tania Guadalupe Quintero Torres


La vida se equilibra como una balanza, personalmente no puede inclinarse más a lo personal, a lo familiar, o a lo laboral, soy un balance de las tres. Desde hace casi dos años mi vida profesional dejó de llevar el mismo ritmo de antes y desestabilizó todo lo demás que soy. A mi mente y a mi cuerpo le hace falta esa exigencia de ser la maestra, para poder ser la esposa y la mamá.

No es a manera de reproche porque nadie es culpable o, quizá, sólo yo por no saberlo manejar y convertirme en otra más, del montón de personas afectadas psicológicamente por una pandemia. Mi total admiración para esas mujeres que pueden ser amas de casa toda una vida, 24 horas, los 7 días de la semana de cada año, ¡divino don! que, a mí, Dios me negó. Yo necesito un poco de cada una de mis facetas. Y es que no podría sólo ser la maestra, ni solamente la madre y esposa. Soy una extraña fusión de todas, como si cada una fuera un engrane que me hace funcionar.

He tenido días y noches obscuras donde no me encuentro, donde no estoy, donde sólo soy una hoja que fluye con el viento, que se eleva y gira simulando avance, pero que cae desde cada vez más alto, según la intensidad del aire.

He sentido mucho miedo por eso, he sentido miedo por no encontrar la felicidad o, mejor dicho, por verla y no tenerla; tal cual como se te niega el dulce de un aparador qué puedes ver, incluso oler, pero que, simplemente, no te pertenece.

Ha sido una lucha constante, incluso, me atrevería a decir que es la mayor a la que me he enfrentado, ya no sé desde cuándo. Hay noches que se hacen días y días obscuros como noches.

Tengo grandes razones para despertar en las mañanas y soñar con el mañana. Es por esas razones por las que, equivocadamente, he decidido brillar con falsedad. ¡Y lo que duele y limita quedármelo sólo para mí! Esperanzada a mi voluntad y a mi fe de que pasaría pronto, pero ese PRONTO no llega después de más de un año.

 El sentimiento pesa y, poco a poco, se me han doblado las manos y he pedido auxilio. Tengo sueños en pausa, Sonrisas, carcajadas, abrazos, besos sinceros, frases de aliento y mucha felicidad que me esperan y he decidido estar cada vez más cerca de ellos.

 El miedo es persistente, pero la esperanza de días felices y noches sin sollozos me hacen llegar hasta aquí.

GRACIAS...

Ya veo más cerca el momento de saborear ese dulce tan anhelado.


Comentarios


Tania, bienvenida a este Blog que suma voluntades y propone temas para discutir o comentar, en un afán de abrir la conversación a los pensamientos que a cada quien nos inquietan, alegran o motivan.

Te felicito porque con este breve relato, empiezas a escribir y a vincularte con este Colectivo de Académicos Escritores.

Saludos y bienvenida. José Manuel Frías Sarmiento
Anónimo dijo…
El dulce tan anhelado es un montón de verdades, que muchas mujeres callamos por tener que sonreír falsamente para una sociedad donde las siempre nos tendremos que esforzar más para ser que el mérito sea igual. Felicidades ❤️ Saludos
Marcelo Tolosa dijo…
Hola Tania, el otro día lo leí rápido e iba a comentar en un rato mas y se me paso.

Pero me llamo la atención muchas de las emociones que aquí relatas parece que nomas le pasa a uno, pero sin duda son emociones compartidas universalmente.

También admiro tu vulnerabilidad, honestidad y heroísmo en relatar cosas personales que sin duda hacen un texto bastante interesante.

Sin duda esta pandemia nos ha pegado por donde no esperábamos.

Te mando un saludo.
Tania Quintero dijo…
Agradezco sus comentarios.
Muchos hemos deseado saborear ese dulce, no ha sido un proceso fácil pero ya me llega el olor a miel♥️
Esta historia continuará...

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