“He sentido mucho miedo por no encontrar la felicidad o, mejor dicho, por verla y no tenerla”
EL DULCE ANHELADO
La vida se
equilibra como una balanza, personalmente no puede inclinarse más a lo
personal, a lo familiar, o a lo laboral, soy un balance de las tres. Desde hace
casi dos años mi vida profesional dejó de llevar el mismo ritmo de antes y
desestabilizó todo lo demás que soy. A mi mente y a mi cuerpo le hace falta esa
exigencia de ser la maestra, para poder ser la esposa y la mamá.
No es a manera de
reproche porque nadie es culpable o, quizá, sólo yo por no saberlo manejar y
convertirme en otra más, del montón de personas afectadas psicológicamente por
una pandemia. Mi total admiración para esas mujeres que pueden ser amas de casa
toda una vida, 24 horas, los 7 días de la semana de cada año, ¡divino don! que,
a mí, Dios me negó. Yo necesito un poco de cada una de mis facetas. Y es que no
podría sólo ser la maestra, ni solamente la madre y esposa. Soy una extraña
fusión de todas, como si cada una fuera un engrane que me hace funcionar.
He tenido días y
noches obscuras donde no me encuentro, donde no estoy, donde sólo soy una hoja
que fluye con el viento, que se eleva y gira simulando avance, pero que cae
desde cada vez más alto, según la intensidad del aire.
He sentido mucho
miedo por eso, he sentido miedo por no encontrar la felicidad o, mejor dicho,
por verla y no tenerla; tal cual como se te niega el dulce de un aparador qué
puedes ver, incluso oler, pero que, simplemente, no te pertenece.
Ha sido una lucha
constante, incluso, me atrevería a decir que es la mayor a la que me he enfrentado,
ya no sé desde cuándo. Hay noches que se hacen días y días obscuros como
noches.
Tengo grandes
razones para despertar en las mañanas y soñar con el mañana. Es por esas
razones por las que, equivocadamente, he decidido brillar con falsedad. ¡Y lo que
duele y limita quedármelo sólo para mí! Esperanzada a mi voluntad y a mi fe de
que pasaría pronto, pero ese PRONTO no llega después de más de un año.
El sentimiento pesa y, poco a poco, se me han
doblado las manos y he pedido auxilio. Tengo sueños en pausa, Sonrisas,
carcajadas, abrazos, besos sinceros, frases de aliento y mucha felicidad que me
esperan y he decidido estar cada vez más cerca de ellos.
El miedo es persistente, pero la esperanza de
días felices y noches sin sollozos me hacen llegar hasta aquí.
GRACIAS...
Ya veo más cerca
el momento de saborear ese dulce tan anhelado.
Comentarios
Tania, bienvenida a este Blog que suma voluntades y propone temas para discutir o comentar, en un afán de abrir la conversación a los pensamientos que a cada quien nos inquietan, alegran o motivan.
Te felicito porque con este breve relato, empiezas a escribir y a vincularte con este Colectivo de Académicos Escritores.
Saludos y bienvenida. José Manuel Frías Sarmiento
Pero me llamo la atención muchas de las emociones que aquí relatas parece que nomas le pasa a uno, pero sin duda son emociones compartidas universalmente.
También admiro tu vulnerabilidad, honestidad y heroísmo en relatar cosas personales que sin duda hacen un texto bastante interesante.
Sin duda esta pandemia nos ha pegado por donde no esperábamos.
Te mando un saludo.
Muchos hemos deseado saborear ese dulce, no ha sido un proceso fácil pero ya me llega el olor a miel♥️
Esta historia continuará...