“Todas estas enseñanzas aprendidas y las que faltan por aprender, han sido gracias a todos esos grandes maestros que han impactado en gran escala en mi vida y en la de muchos”






Mis Mejores Maestros

 

Sergio Alexis Frías Pérez


“Mi educación fue muy buena hasta que el colegio me la interrumpió”, desconozco con exactitud si esa frase, atribuida a George Bernard Shaw, es de él o de Mark Twain, pero desde el momento que la leí me gustó bastante y me inspiró a escribir este texto con relación al Día del Maestro, debido a que comparto el principio de esta idea en que mis mejores maestros, por lo general, jamás se han encontrado en un colegio. 

No me malentiendan, no pretendo demeritar el trabajo de ningún profesor porque sé que cada uno enseña a su manera, como bien dicen: “Cada maestro con su librito”. Al contrario, aprovecho para transmitir que hasta de los malos profesores, directores, compañeros o jefes en el trabajo también se aprende.

Lo digo por experiencia propia en la cual una gran mayoría de mis maestros, en el ámbito escolar, me decían que yo preguntaba puras chingaderas, que eso no tenía nada que ver, que me aprendiera nomás lo que me estaban diciendo, bueno, hasta me llegaron a decir que era una “manzana podrida” y que “jamás iba a poder entrar a una empresa internacional ni en mis más grandes sueños, que esa escuela no era para eso”. Así como compañeros y jefes en el trabajo que sólo hacen las cosas por hacerlas y se llevan a quien pueden entre las patas, sólo para hacerse notar de cualquier manera.

A ellos también les agradezco porque no hay mejor enseñanza que el ejemplo, y ellos claramente me lo proporcionaron de cómo no quiero desarrollarme como persona ni como profesionista, en ningún ámbito de mi vida, así como las palabras de desaliento que sólo son un impulso aún más fuerte para demostrar que las cosas se pueden hacer si se proponen.

Por el otro lado de la moneda, existe ese 5% de profesores que realmente lo son de vocación y se desviven por transmitir conocimiento a las demás personas de forma positiva, esmerándose por desarrollar el potencial de sus alumnos al máximo y es ahí donde creo que se encuentra la verdadera belleza de la enseñanza.

Por lo menos para mí, al igual que sacerdotes y médicos, los maestros deberían serlo por vocación no sólo por percibir un cheque, porque al decidir ser maestros están aceptando la responsabilidad de moldear las mentes de las futuras generaciones, ya sea para bien o para mal, y es un peso muy importante que recae en todos ellos, debido a que en gran medida depende de ellos el entusiasmo que los niños y jóvenes podamos adquirir por obtener nuevos conocimientos.

Para empezar a relatarles acerca de mis mejores maestros, no puedo dejar pasar el hacer mención honorífica a mis padres que han sido mis más grandes maestros dentro de las enseñanzas que he tenido en mi vida, por su conocimiento, paciencia, dedicación y su empuje; lo digo en verdad, porque son estos maestros de los que les hablo que realmente tienen una vocación en serlo y te inspiran a querer aprender más y construir la mejor versión de ti mismo, acompañándote en cada paso. Y esto no es sólo conmigo y con mi hermana Lizbeth, es con cada uno de sus alumnos en cada una de las clases que imparten.

Tenía conocimiento de que eran de esta manera, pero nunca me había tocado verlos en acción tan de cerca impartiendo sus clases, como ahora en la pandemia, cuando veía a mi padre preparándose a todas horas para sus clases, con una paciencia enorme al momento de explicar y con un ímpetu de apoyar a sus alumnos a salir adelante, cuando ellos ni la cámara o micrófono de la clase prendían inventando excusas que de momento parecían absurdas. Yo, por mi parte, desesperado, malamente le decía a mi padre: “Mándalos a la chingada viejo, si no quieren aprender es muy su problema, qué chinga que te esfuerces y los empujes tanto y que ni ‘presente’ digan los cabrones”, a lo que mi padre sólo sonreía y me decía “Sereno Sergio, a los plebes hay que tenerles paciencia en lo que agarran el rollo”; con esa simple frase entiendes que él está feliz de hacer lo que hace y no representa el más mínimo sacrificio para él el entregar su conocimiento y paciencia a sus alumnos.

Mi madre, por su parte, investigando mil y una actividades para hacer con sus niños, siempre con una sonrisa para ellos, escuchándolos, muy pendiente de siempre cumplir su trabajo en tiempo y forma, siempre innovando para hacer la clase más amena, hasta de tecnología se puso a aprender que ya hasta el zoom lo domina a la perfección cuando nunca había tenido una videoconferencia anteriormente; pero de verdad que todo rinde fruto, porque vieran el amor que le tienen los niños que hasta la han de sentir como parte de su familia, como una tía que la invitan a sus piñatas y toda la cosa jajaja ¡Chingado, hasta con celos le digo a cada rato a mi madre que ya se deje de inventar tanta cosa y jugar tanto con los niños, porque cuando tenga nietos ya ni va a querer jugar con ellos! Pero ella tiene pila para eso y más, porque como les expliqué en un inicio, ambos tienen la vocación de enseñar y ver que las personas crezcan con un gusto tremendo, y eso, para mí, es lo que es tener una vocación de maestro o profesor.

Pero bueno, también quiero platicarles que no sólo en la escuela o en la casa se encuentran los maestros, al contrario, en la vida hay muchos maestros y que nos pueden llegar a inspirar más que los que se encuentran en las aulas, desgraciadamente.

Para darles un ejemplo, uno de mis más grandes maestros han sido los dichos populares, por que como bien dicen: “Los dichos no los inventó un pendejo”.

Es probable que les tomara tanto cariño o les pusiera tanta atención a los dichos, porque la mayoría de mis enseñanzas o lecciones de vida que hasta el día de hoy sigo aplicando y tomando como referencia en los distintos trabajos en que me he desempeñado, fueron inculcados a mí por mi padre, en cada paso de mi crecimiento. Cada que hacía algo mal o debía de entender alguna situación que estaba pasando, mi padre, en vez de regañarme o explicarme tal cuál se requería (como cualquier persona común), simplemente me veía, tomaba un respiro hondo, me soltaba un dicho o una parábola referente al tema y no decía más…

Lo cual me dejaba el doble de enojado o de confundido en su momento, porque esto me lo aplicaba desde que tengo uso de razón en el kínder y hasta la fecha lo sigue haciendo, con el tiempo fui entendiendo que “La naturaleza nos enseña cosas, a las plantas más pequeñas se les tiene que colocar un palito rígido para que puedan crecer en su máximo esplendor y no se doblen en el intento”; también que “Entre más vacía la carreta, más fuerte es el ruido que hace”; “Al que temprano se moja, temprano se seca”; y, por último, “Hay que irse despacio cuando se lleva prisa”.

¿Ya entienden mejor a lo que me refiero? Y es que este tipo de dichos y parábolas son las que han sido grandes maestros para mí, porque me han hecho razonar el trasfondo de las cosas y aplican en todo momento de nuestra vida, son parte de esa ‘cultura de la calle’ que todos debemos de tomar.

Hablando de la calle, otro de los mejores maestros que se pueden tener en la vida son aquellas personas que te vas topando en tu camino y te hacen cambiar por completo la perspectiva de tu mundo y conocer, a través de ellos, que existen mil y una cosas más que quedan por aprender y vivir; lo motivan a uno a seguirse preparando para poder tener ‘más mundo’ y poder llegar a ser como ellos, que en cualquier lugar que lleguen saben qué tema tocar, influenciar en los demás y dejar una huella en las personas con las que platican.

Esto lo entendí desde muy pequeño en mis primeros trabajos, donde el “Barrios” que ya he platicado de él anteriormente, me enseñaba que el ser #1 en la escuela no me garantizaba nada al tomar los pedidos de la gente que atendíamos, había que echarle ganas al trabajo y entender cuáles eran las necesidades de esas personas para brindar el mejor servicio posible. Posterior a eso, en unas oficinas de una nueva empresa donde se veía todo mundo motivado y con ganas de que todo saliera adelante, te topabas con personas que te hacían entender que no sólo bastan ganas y esfuerzo para sacar un negocio adelante, hay que tener cabeza fría, dominar los sentimientos antes de tomar una decisión, tener un chingo de huevos y “No subirse en un ladrillo y marearse”.

Más adelante, cuando termino mi carrera y empiezo una nueva vida lejos de mi casa y costándome un chingo acostumbrarme, me topo con uno de mis primeros mentores laborales, “El Viejito”, quien es un reconocido Ingeniero que comparte mí mismo gusto por los dichos, me enseñaba a pensar fuera de la caja y entender que nada es tan complicado e imposible de armar o de hacer, simplemente no hay que hacerse pendejo y dejar la lloradera, como él bien decía.

Después, al cambiar de trabajo, me topo con Emilio, Tomás y Pedro, tres Ingenieros entre 25 y 35 años, que al trabajar en conjunto me doy cuenta que existen herramientas, mundos y pensamientos que jamás habían pasado por mi cabeza; el escuchar que Emilio renunció a todo y se fue al extranjero a estudiar una maestría para volver a contribuir a México con sus nuevos conocimientos; que Tomás había tomado un mismo reto de salir al extranjero a probar suerte y todo el dinero recabado lo utilizó en viajar por el mundo y conocer diferentes culturas, en vez de gastar en cosas materiales; y, por último, convivir con Pedro que compartía mi misma edad, ideales, manera de trabajar y que todo mundo nos consideraba los “millenials innovadores” de la empresa, es imposible que no te nazca el querer seguir aprendiendo para construir una vida de la que estés orgulloso de compartir.

Podría seguir mencionando varias personas que han impactado de manera positiva en mi vida en forma de maestros o mentores (sin ellos saberlo), que te guían por caminos que les han funcionado y que realmente quieren verte triunfar y explotar tu potencial. Pero, para no hacer el cuento largo, quiero terminar con un maestro más que marca mi vida a cada paso, lo quiera o no.

Como bien diría mi padre: “¿Quieres hacer reír a Dios, Sergio? Cuéntale tus planes”, jajaja ¡ésta es una de mis favoritas! Porque tiene toda la razón, no hay mejor maestro que ‘El Tiempo’, y ese cabrón sí que te enseña a la buena o a la mala, dependiendo de tus decisiones, no hay absolutamente una sola cosa que te preguntes que el mismo tiempo no te la vaya a responder, eso sí, cuando se le dé su chingada gana jajaja, y lo digo de esa manera porque jamás he sido una persona paciente que le guste esperar a que las cosas pasen por sí solas.

Por si no me creen y le quieren calar que el tiempo es cabrón, aquí me presento como su claro ejemplo, a cinco días de haber cumplido 5 años en esta ciudad a la que venía por 6 meses y me regresaba a mi casa, planeando mi boda con mi futura esposa Ana Paula, quién también ha sido una gran maestra para mí en varios ámbitos de mi vida, queriendo aprender cada día más cosas nuevas y poder tener un conocimiento más amplio para desarrollarme en más ámbitos y generar un impacto positivo en las personas que me rodean, inscribiéndome a cursos y leyendo libros por gusto propio, sí, así como lo leen, ¡por gusto propio!

Todas estas enseñanzas aprendidas y las que faltan por aprender, han sido gracias a todos esos grandes maestros que han impactado en gran escala en mi vida y en la de muchos, que no me queda más que agradecerles infinitamente y desearles que festejen y disfruten mucho su día porque, de verdad, ojalá existieran más personas como ustedes, con esa gran pasión por enseñar y fuerte deseo de ver crecer a los demás hasta lograr su mayor potencial, porque: “Si quieres llegar rápido ve solo, pero si quieres llegar lejos busca una buena compañía”

¡Felicidades a todos los maestros! 

Comentarios


Sergio, gracias por escribir un relato, en parte testimonial, y en otro como reconocimiento a la tarea que los Maestros desarrollamos en la vida y en la cultura de miles de alumnos, a los que intentamos aproximar a la belleza del conocimiento y a la luz de la sabiduría propia para convertirse, cada vez más, en mejores personas que convivan en armonía, en esta sociedad que requiere, hoy más que nunca, de profesores de carne y hueso que interactúen de verdad con ellos. Como Padre y como Maestro, te felicito por escribir de verdad lo que miras y sientes por quienes inciden en tu desarrollo personal y profesional.

Felicitaciones, José Manuel Frías Sarmiento
Hola: Sergi.
En 1ra. Quiero darte la bienvenida a este blog creado por Profesor Frías, que ha sido uno de mis mejores maestro en este caminar de la pedagogía, y literatura.
en 2da. Por escribir desde el sentir, cuando se agradece lo mucho que hemos aprendido de los demás a favor o ha desfavor; pero diría que todo es a favor.
en 3ra. Agradecerte, por haber disfrutado el texto al cual encuentro muchas similitudes, coraje, pasión, y ganas de seguir aprendiendo "Nunca es tarde para aprender"

“¿Quieres hacer reír a Dios, Sergio? Cuéntale tus planes”

Saludos cordiales.

P.D. "Ser humilde en cualquier trabajo" José Gesto
Renato Quintero A dijo…
Dr. Renato Quintero Arredondo

Amigo. Sergio:

Te felicito por tu ralato lo veo muy claro, practico y fácil de digerir y también por dirigirlo a esas personas que nos dan enseñanza,desde nuestro nacimiento, (.nuestros padres , nuestros maestros , amigos y el tiempo que es uno de nuestro mejores maestros ) .tu relato es muy completo y con esa claridad que solo un master en letras sabe imprimir, como dice el l dicho hijo de trigésimo trigrito, no cabe duda el macuarro aprendió del tiburón
Me despido con un fraternal saludo y un fuerte abrazo , te esperamos para echarnos una carnita asada o unas tablas de carnes frías bien pero bien surtida .
Saludo de quién se acuerde de tu amigo.....

Dr. Renato Quintero Arredondo....
Marcelo Tolosa dijo…
Es TODO! Muy bien mi estimado Sergio. No cabe duda que el talento para escribir no se perdió en la siguiente generación.

Efectivamente, la frase con la que empiezas es atribuida a Mark Twain, yo he leído variaciones como: "Nunca deje que la escuela interfiriera con mi educación" Y que con cierto juego de palabras, va a la idea principal que nos regalas en este texto. Todas las experiencias que te han formado a ser una mejor persona fuera de la escuela.

También había leído " Cuando cometas un error, no te enojes, simplemente guarda la lección en tu mochila y úsalo de nuevo cuando una situación similar se presente" pero me da gusto que aquí no guardas errores, sino guardas sabiduría en cada paso importante que has dado en tu vida.

Me da gusto leer el homenaje que le haces a tus padres y como los actos que describes resaltan sus virtudes.

También a las personas que te has topado y han cambiado tu perspectiva de la vida.

Estoy seguro que tu familia y tu novia están muy orgullosos sobre la persona que día a día te estas convirtiendo y mas que todo tu Padre, que inmortalizas tu experiencia en letras y con gran talento.

Te mando un gran saludo.

Entradas más populares de este blog