“Pero ya ven que la nada siempre es rara y siempre contiene en sí misma sorpresas” 






BOLILLO CON LECHE: DIETA SAX

 

Luis Enrique Alcántar Valenzuela

Marzo 19.03.2021

 

Valiéndole madre el mundo, de nueva cuenta. Valiéndole puritita madre, este mundo que ignora tantas cosas de las vidas cotidianas de la raza de a pie. Ahí estaba de nueva cuenta El Gigante, pegándose un toque de mota. Sabía lo que tenía el muchacho, por eso mostraba la piel y sus músculos; que sobresalían de aquella blanca camiseta de resaque, de seguro marca Zaga. La clásica. Sobresalían sus pectorales formados en su pecho ancho y lampiño. Producto, no del gym, sino de tanto pinche hachazo al momento de hacer la leña para su jefa La Paula. Brazos y antebrazos correosos, marcados al estilo de Bruce Lee. Algunos de sus músculos en sus antebrazos parecían verdaderos cables de acero, de esos que sostienen los postes de luz del pueblo con una fuerza endemoniada; que resisten ciclones, chubascos y airazos del mal tiempo.

El toque de mota, cuentan los que saben, era de esa mota, no muy fina que digamos; pero la ocasión lo ameritaba. Ahí estaba en el vértice del caliente concreto, que formaba los muros de concreto de la caída de agua de aquel emblemático/simbólico canalón Cañedo. Cual buda, o monje tibetano: por huesudo, marcado, correoso y ondeado. Casi levitando, como lo hacen los grandes. El Gigante, pasó a dialogar con la nada aparente. Pero ya ven que la nada siempre es rara y siempre contiene en sí misma sorpresas. Si no, pues pregúntense por qué los físicos teóricos, dicen que el Big Bang “inició en una singularidad especial, en la Nada”, pues ahí está para que vean que no exagero.

La química benigna de la mota, con la cual se auxiliaba El Gigante, estaba muy familiarizado ya con él. Con ese cuerpo, músculos y pieles, forjados a base de golpes en la vida del campo. Con marcas y cicatrices, por broncas y pleitos, por los cuales hacía rato, ya se había ganado fama de cabrón, en el mismo pueblo y los pueblos circunvecinos. Cuerpo y mota, se comprendían mutuamente. Eran amantes permanentes en él. Por eso no había jaloneos entre los dos. Nada de esos saltos y golpes al vacío. No, nada de eso. La mota sabía a lo que iba y el mismo Gigante también. No se andaban con rodeos los dos.

Cuando El Gigante empezó a formar, con el humo de la mota, la espiral piagetiana de la inspiración y de los diálogos interesantes. Los mosquitos de la tarde, empezaron a realizar el debido registro de su acción social significativa, como bien dicen los sociólogos y antropólogos pesados. A grabar, pues, lo que él decía. Así también, como lo hacen las grabadoras Sony, de los cholos y chucos de los barrios del pueblo. Los mosquitos de la tarde, cual hábiles reporteros, esto fue lo que inscribieron en la hoja de traducción.

“Chingada madre. Murió el Sax, el de la Maldita Vecindad. Ése era un tipo locochón, que a varios nos prendió. Sí, la neta, bien que lo recuerdo, cuando veía la tele con Amadito y con la María Bonita, ese programa de “Siempre lo Mismo”. Ese bato, bien original, bien callado, bien serio. Con la greña larga, color azabache, cuidada y brillosa; así como los caballos de Din, bien que lo recuerdo. Nunca lo olvidé. Aunque, yo sea un puto leñador y trabajador del campo, de las tareas en parcelas. Ese loco, a mí siempre me guiaba en lo que hacía. Lo tomaba como ejemplo, aunque mi jefa (siempre en la pinche renegadera), ni color se daba. Pinche Sax. El bato se la partió lindo y bonito, por conquistar a los malditos y ser un buen músico en esa banda emblemática del rock azteca. Siempre se la rifó, sacando en los solos más nostálgicos con la Maldita Vecindad, verdaderas odas musicales al rock del pueblo, de esa música como lo dijo una vez Sax “que, en el conservatorio de música, ni la pelaban y era considerada basura”. Por eso, siempre le seguía, lo observaba en sus gestos. Calladito, reflexivo, pensativo. Quizás con un toque en la mente, pero pues no quiero ponerle ni quitarle al Sax. Yo no lo supe de cierto, sólo lo supuse. Al bato, nunca le gustaron los pinches protagonismos, como el Sirenito Tovar y la Juanga con sus pinches joterías de siempre. El Sax, siempre clavado. Estudiando, practicando, dándole al dedo gordo y al meñique hasta que se acalambrara el cabrón, pero los tonos los sacaba machín. Pero, la neta que el pinche Sax, se la rifó con esta máxima casi vegetariana. Con una humildad, que raya casi en Cristo Jesús, no le va contestando a la Paty Chapoy “…nooo, mira Patyta, cuando pedía dinero, en las terminales de autobuses, porque mis ahorros que traía de San Luis, ya se habían terminado, otro compa y yo, pues le buscábamos para no morirnos de hambre. A veces, con lo que sacábamos comíamos Bolillo con Leche. Ésa era nuestra dieta para el día. Con esa dieta nos alcanzaba la energía para ensayar con el saxo, como unas doce horas. Ya sabrás Patyta. Esa era mi dieta”. Vean mis compitas. El Sax, era estudiado de conservatorio. De morrito, cuentan los que saben, era muy adelantado el cabrón en el manejo de los instrumentos de viento. Era trucha, pues, salió con buen cerebro. Era, insisto, clavado en La Biblia, como los hermanos cristianos. Y mucha gente cree que ellos ya la traen de cincho, que no batallan. Pobres pendejos, cuando entenderán que, para ser chingón, hay que pegarse en la madre todos los días. Pegarse unos trompos con la vida, pues. Así el Sax de la Maldita Vecindad. Por eso van estos tres toques macizos de mota, para que vea el Sax, como su ejemplo, su música, su filosofía de la vida, sus aportes los valoramos por acá en San Píter. ¡¡¡Por eso viva el rock cabrones!!!”

Los mosquitos de la tarde. En silencio, como buenos observadores del contexto, fue lo último que registraron.

En la inscripción discursiva de su texto, los mosquitos colocaron una apostilla que decía. En recuerdo del gran Sax y su música: “Pues, aportación, pues que wey pues, el hacer mi trabajo y decir lo que pienso wey; pero nunca creyendo que tengo la razón…y pues si algo funcionó algo, yo creo que no me corresponde a mí decirlo, la historia lo dirá wey no; pero no nos creemos más que los demás”.

In memoria de Eulalio Cervantes Galarza “Sax”.


Comentarios



Estimado amigo Luis Enrique, recrear historias es volverlas a vivir. Su texto hará que los fans evoquen al músico y otros al amigo. Ésa es la magia de la Escritura, crear y recrear para que el olvido no llegue y la memoria perdure en las palabras impresas, en este caso, en un Blog que no se siente ni se muestra indiferente a la tristeza que hoy hace que el Sax suene con extraña languidez.

Felicitaciones. José Manuel Frías Sarmiento
Unknown dijo…
👍🏿👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽🎷🎷🎷
Marcelo Tolosa dijo…
Epa! Se la volo mi estimado amigo Luis Enrique! Excelentisimo texto! Le mando un saludo!
Unknown dijo…
La corelación del Gigante y el Sax de la Maldita es buenísimo; del coterraneo me consta, del Sax no se, quiero suponer que sí. El punto fino es que los dos, igual, salieron de la nada y se convirtieron, a base de pegarle duro al trabajo en sendos personajes.

Sigue escribiendo y compartiendo. Yo disfrutando.

Saludos bro/compai.
Norma Delia dijo…
Gracias maestro Luis Enrique por dejarme disfrutar y sentir esta fluida y mágica historia... me encantó
Héctor Armando dijo…
Mi estimado Dr. Luis Enrique Alcántar Valenzuela. Bella prosa, logró transmitirme los efectos del toque del cannabis y los sonidos del saxofón. Bonita manera de rendir tributo a la triste pérdida de uno de los legendarios personajes de la cultura popular del rock en México.

¡Saludos! Mucha salud para usted y todos los lectores y escritores de este blog...
Unknown dijo…
AMIGO . . . BOQUIABIERTO HE QUEDADO, MAS AUN CUANDO AL DESCRIBIR LOS EFECTOS DE "LA MOTA", REMATAS DICIENDO: "DICEN LOS QUE SABEN". . . YO NO SE PERO ME IMAGINO. . . RECIBE UN ABRAZO
Estimado Maestro Luis Enrique, cada vez que tengo el privilegio de acercarme a este texto,me sorprende pues encuentro situaciones nuevas que hacen que lo disfrute más cada vez más.

Siga entretejiendo esas historias donde lo irreal se mezcla con lo cotidiano y hasta el lenguaje más vulgar se escucha bien.

Maria Teresa
Carlos dijo…
Apreciado Luis Enrique, mis felicitaciones por un texto inspirador, revalorizador de las personas que "se la parten" como usted dice, sin duda una historia para compartir, me encanto su escrito. un saludo.
Dr. LEA-V dijo…
Agradezco de todo corazón al Tal Frías, al Ing. Tolosa,a la Dra. Villa Tafoya, a mi admirado/querido Bro/compadre Gusy, a mi fino colega Héctor Armando, al tremendo Eulalio, a mi admirado colega Carlos Martín, a la maestra Norma Delia; por su valioso tiempo dedicado a la lectura de este pequeño texto, que solo pretende comunicar las creaciones del populacho, muchas (históricamente) vapuleado. Les abrazo y agradezco. A la Ceratti "Gracias Totales".

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