“Quienes conocían al Güerito nunca supieron que tuviera parientes que abogaran tan bien y de tan buenas maneras por sus calificaciones”




EL GÜERITO Y EL DE NEGRO

 

José Manuel Frías Sarmiento


Un día 28 de enero del año 76 se forjó la historia de una Leyenda en Sinaloa. Al estilo Chicago, rugieron las metralletas y varios hombres ofrendaron sus vidas en una lucha que se repite sin parar. Hace 45 eneros inició la saga de un corrido que muchos, ahora, cantan sin conocer los hechos que suscitó la muerte de un hombre que, por la 15, rumbo al sur de Culiacán, salió como siempre lo hacía, nomás a dar una vuelta. Habituado al peligro, cuenta el corrido que, al escuchar a su compañero que les seguía una camioneta, el chofer sonrió y, de soslayo, nada más le preguntó: ¿Pa’ qué son las metralletas?

Una muerte, en un poblado muy cerca de la 15, desató los acontecimientos que cantan Los Cadetes de Linares mucho mejor que el mismo Antonio Aguilar, aunque éste alce su voz con la tambora y resuene más bonita que la de aquéllos. También cuenta, pa’ que nos guste más, que somos de Sinaloa, cuna de La Banda El Recodo del inigualable Don Cruz Lizárraga. ¡Ay, nomás Chayán!

Eran los exámenes finales del primer semestre en la Preparatoria Diurna Matutina. Estaban casi para finalizar o tal vez, ya habían concluido y se preparaban para los extraordinarios, cuando una mañana, de ésas en las que parece que nada pasará, se parqueó una Ford Ranger negra frente a la entrada de la prepa, de aquellas bonitas que todos los jóvenes querían manejar y correr con ella por el malecón y por las carreteras de Sinaloa. Bajó de ella un hombre alto y delgado, vestido de negro y con chaqueta de cuero negro, acompañado de El Güerito. Los jóvenes que rodeaban al maestro alegando por sus calificaciones, voltearon sorprendidos más que por la chulada de camioneta, por la tranquilidad y la seguridad de la voz con la que el de negro llamó al maestro por su nombre. Al Güerito lo conocían, pero no entendían quién era su acompañante, y menos que tuviera que ver con su maestro. El de negro le dijo al profesor que el Güerito no había presentado ni presentaría ningún examen porque había tenido un accidente. Y que lo disculpara y que agradecerían todo lo que él hiciera para que no reprobara ninguna materia. Que, por favor, le dijera eso a los otros profesores. La preparatoria, en aquellos tiempos, estaba llena de revolucionarios que no se dejaban de nadie y que hasta al mismo gobierno se le plantaban en el Palacio o suspendían las clases un día sí y el otro no. Por eso, a todos sorprendió la calma del maestro cuando, después de contestarle al de negro que él ya no podía hacer nada por las calificaciones del Güerito, pero que no se preocupara porque podía aprobar en extraordinarios, con él y con todos los otros profesores. El Güerito ni habló, nomás escuchaba a su compañero y asentía con la cabeza y esbozaba una leve sonrisa en su rostro juvenil. El de negro, abrió sin querer la chaqueta de cuero negro que portaba con estilo campirano-citadino y así nomás, como no queriendo, dejó ver la Súper que traía fajada en la cintura. Y volvió a decir con mucha calma: Maestro, El Güerito no presentará ningún examen porque tiene problemas en la mano derecha por el agarre con los otros en el entierro de mi primo, el tío de mi sobrino que ahora viene conmigo y que estudia en esta prepa, ¿me comprende?

Quienes conocían al Güerito nunca supieron que fuera de afuera y menos que tuviera parientes que abogaran tan bien y de tan buenas maneras por sus calificaciones. Y así fue que, en aquel 28 de enero, se supo en la prepa que el Güerito sin estudiar ni presentar ninguno de los exámenes, los había aprobado todos con puros dieces.

 

Comentarios


Estimados lectores, les dejó un relato imaginario con visos de realidad, con motivo de una fecha que ya se asentó en la música regional mexicana.
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
Carlos dijo…
muy ilustrador su relato profe, que nos deja ver el diario acontecer de un maestro frente a los dejos de violencia que permean en toda la estructura de la sociedad, y que son el vehículo de tantas injusticias. Muchas gracias. Saludos.
Marcelo Tolosa dijo…
Muy buena lectura pa' cerrar la noche. La iba leyendo y cantando hasta que no sabia que iba a pasar con el Guerito. Pero pues ya nos imaginabamos que iba a pasar. Le mando un saludo.
Amigo Tolosa, estimado Carlos, este relato fue un simple divertimento literario, así nomás por no estar dioquis y agregar una nota a una historia de un corrido muy popular. Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
A lo mejor es canción y es ficticio, pero sabe a realidad. No me imagino cuántos colegas docentes han tenido que lidiar con situaciones de este tipo: cuando la seguridad de la vida propia toma más importancia que la autoridad que el ser profesores nos otorga. ¿Será que: "ni modo, nos tocó vivir así"?

Siempre es grato leerlo, maestro. Saludos.
Mayra Zazueta dijo…
Y si que nos hizo tararear aunque no nos guste ni estemos de acuerdo en lo que se dice pero ahí esta , ameno como siempre en sus historias, preocupante por la cruda y coincidente realidad que el tema muestra. Abrazos. Maira Zazueta.

Entradas más populares de este blog