"Esos labios que le gustaron y que ahora claman por su aliento."

EL CUARTO DE LOS HOMBRES EN TU VIDA

José Manuel Frías Sarmiento 


Se te metió en el alma despacito. Como la humedad, entró y se adueñó de tu corazón y de tu pensamiento. Era el cuarto de los hombres en tu vida y al único que dijiste que sentías amar. Con él, lo repetías una y otra vez, supiste del amor de verdad; un amor sincero, apasionado, dulce, inquietante y atormentador. El amor es así: te da y te quita, te hace feliz y te hace sufrir, pero no te mueves para dejarlo pasar. Sufres con él y por él soportas el dolor, con la expectativa de gozar con los besos del ser amado, con las caricias de sus manos, con la mirada de sus ojos o con la simple certeza de tenerlo cerca. Revives al tenerlo y te marchitas con la sola sospecha de ya no verlo nunca más. 
Antés, ¿así es que se llamaba? No lo sabes de cierto, pero así se presentó desde el espacio en el que le dio voz al cuerpo de tu amado. ¿Eran dos hombres en uno? Parece que sí y los dos te cautivaban con sus maneras de abordarte. Uno, el de cuerpo presente, se te apareció de repente. Un día se paró frente a ti y te hundiste en la profunda mirada de sus ojos y en el grave sonido de su voz. Te atrajo sin saber por qué, pero te quedaste prendada para rato. Le gustaron tus ojos y tus labios. Te lo dijo después de aquella primera vez que te abrazó. Pero tú ya lo sabías. Y te gustaba saberlo. Sin embargo, temblaste al abrazarte y quisiste que nunca dejara de hacerlo. Anhelaste quedarte así, recostada en su pecho y dándole besitos cariñosos. Más no fue como querías, él se apartó y con él se fue el encanto. Hasta otro día que te dijo casi que te amaba. ¿Qué te amaba? Bueno, tal vez no lo dijo, pero tú sentiste como si lo hubiere dicho. Una semana más tarde besó tus labios en un beso robado a la carrera. Te quedaste con ganas de morderlo, pero él volvió a quitarse de tu lado. Ya ni dormías pensando en él. No hallabas cómo decirle que lo amabas y que deseabas casi casi ser su mujer. Él nomás te miraba, platicaba contigo y, a veces, sólo a veces, te robaba otro beso. Hasta que una vez lo retuviste y lo jalaste con tus manos para sentirlo por más tiempo en tu boca ansiosa de besarlo a tu antojo, de comerte sus labios y de aspirar el aliento de un hombre apasionado. 
¡El cuarto de los hombres en tu vida! Y el único al que no te has entregado. El cuarto que llega a tu corazón y el méndigo no quiere tomar tu cuerpo. ¿Cómo será el amor con él? Lo piensas y lo repiensas. Te revuelcas en la cama y esperas encontrarlo, pero no aparece más que en tus entrañas que gritan por tenerlo en ellas. El primero, fue un chiquillo que te robó la inocencia en una tarde loca de placer inesperado. Lo recuerdas con cariño y sabes que como aquella primera vez no habrá otra jamás porque las primeras veces tienen esa particularidad: ser sólo y por única vez en la vida una primera vez. El segundo, se posesionó de ti, se adueñó de tu persona y te nulificó hasta el grado de no dejarte pensar con claridad sobre el rumbo de tu vida. Creíste amarlo y por él pensaste dejarlo todo. La vida, empero, te salvó de vivir ese martirio para siempre y un día te viste librada del horror que empezabas a vivir. El tercero fue el más pacífico y el que te ofrece un amor estable y duradero, pero no sientes ni el arrebato juvenil ni la obsesiva atracción de los primeros dos. Poco a poco te mostró que te quería y que deseaba ser parte de tu vida. Pero no podías quererlo de verdad, te gustaba él y te gustaba su forma de quererte, mas no lograbas amarlo de verdad. Pensaste en que el amor llegaría después y lo empezaste a meter en tu vida poco a poco. Ya casi conseguías engañarte que lo amabas cuando aparece el méndigo de Antés. ¿Se llamará así de verdad, o será uno de los nombres que en lo etéreo aparecen y desaparecen? 
Antés te hablaba como lo hacía el que te amaba en la vida real, y muy despacito comenzó a mostrarse más atrevido que el de cuerpo entero. Hasta pensaste en mandarlo a la goma cuando empezaste a darte cuenta que te gustaba lo que decía. No te gustó sentir eso que no sentías por el otro. Pero es que aún no sabías con plenitud que éste era el cuarto de los hombres en tu vida. Te sentiste mal con serle infiel aún de esa manera. Pero es que te decía casi lo mismo que anhelabas que el otro te dijera. Hasta creíste que tal vez eran el mismo con distinto nombre y en diferente latitud. Pero no, Antés te pedía cosas que tu amor no te aceptaba. Un día se te salió contarle de Antés al que tú creías era el verdadero Antés, para ver qué cara ponía y descubrir su anonimato. Pero no fue así. 
Eran dos hombres diferentes y dejaste de charlar con Antesillo. Pero no lo dejaste del todo, porque al real empezaste a llamarlo de ese modo y Antés le dio nombre y voz al cuerpo del cuarto de los hombres en tu vida. Con él fantaseabas todo lo que no podías con el verdadero, al que ya, con ese nombre, te atreviste a decirle que deseabas que te hiciera suya. Que te llevara a donde quisiera cuando quisiera y como quisiera, para beber las mieles de su cuerpo y disfrutar los besos de su amor. 
Con eso se animó y dos o tres veces te besó como si la pasión lo desbordara, pero no pasaba de los besos, tal vez una caricia en tus senos o sus manos en la parte baja de tu espalda. Te derretías de placer anticipado y no hallabas ya como hacerle sentir que lo deseabas y que no querías que pasara un minuto más sin que te hiciera suya y tomara lo que por siempre le había pertenecido pero que no le habías entregado por no conocerlo aún. Le dijiste con la ternura de mujer enamorada que nunca habías amado de verdad, que ahora sabías como era el amor real y que te desesperaba no sentirte correspondida. ¡Extraña dualidad! Porque sentías que te quería, pero no sabías qué le detenía para tomarte a plenitud. Le dijiste que jamás lo habías pedido, que los dos primeros habían propiciado como hacerte suya, aunque tú lo hubieres consentido, pero, a fin de cuentas, la iniciativa fue de ellos. Y lo disfrutaste, eso que ni qué. 
Y en eso estabas, luchando por persuadir al cuarto de los hombres en tu vida cuando se presentó la oportunidad de ser ahora del tercero. Te sentiste infiel y deseaste que la tierra se abriera y te tragara para no dar cumplimiento a lo que no podías sacarle la vuelta tanto tiempo. Tenías que ser de un hombre deseando ser por entera de otro. Pero el maldito Antés no quería tomar lo que tenía a la mano, ni el ficticio ni el real, ambos se resistían, pero los dos te querían. Rara situación en tu vida. Nunca un hombre te puso en tal predicamento. El tercero es la base futura de tu vida, más el cuarto es la angustiosa realidad del amor que por él sientes. Con el que amas sientes, sin saber por qué, pero lo sientes, que no habrá nunca más de lo que hay y que de haber un paso más ¡ojalá! sería el clímax y el final de tan intenso amor. Quizá por eso él se demora tanto en tomarte completita. Tal vez eso le detiene a paladear el gozo de ser uno solo en la unión de los cuerpos de dos seres que se atraen con fuerza insospechada.
No sabes qué pasó, pero al estar con el tercero, ése que te pide vivas con él por el resto de tu vida, extrañaste como nunca la presencia del cuarto de los hombres en tu vida. Amaste al tercero, más bien hicieron el amor, porque anhelabas las caricias del último que llegó a ti así nomás, de improviso, como tantas veces te contaron llega el amor verdadero. ¡Dios, qué contrariedad de sentimientos! Suspirabas de amor en los brazos del hombre que no amabas y cerrabas los ojos pensando en los besos del Antés. Pugnabas por sentir la emoción de los orgasmos que llegaban sólo cuando lograbas fijar su rostro en tu imaginación, cuando fingías y soñabas que abrazabas a otro y que Antés te tomaba con ternura y con fuerza, como fuera que fuere, pero con él y no con otro. Al tercero deseabas amarlo como al cuarto, pero éste no se involucró de lleno y acordaron dejar pasar de paso la fresca brisa del amor. Ésa que rejuvenece y da color a las cosas pequeñas de la vida. Una vida que aprenderás a conocer con el tercero, pensando cómo hubiere sido con el cuarto. El cuarto de los hombres en tu vida que hoy no sabes si hubieras deseado conocer. A veces piensas que mejor no, pero el corazón estremece tu pecho y te grita que sí. Que valió la pena conocerlo, aunque sólo fuere para saber a qué sabe el amor, incompleto e inacabado, pero amor al fin. 
En esa angustia de zozobra y de placer es que vino a sumergirte un hombre, el único al que deseaste entregarte en cuerpo y pensamiento y el único que nada más te besó de vez en cuando para dejar marcadas las huellas de sus besos en la suave y dulce curvatura de tus labios. Esos labios que le gustaron y que ahora claman por su aliento. Sólo queda el recuerdo para siempre, aunque el tiempo borre este amor que no supieron concretar.
Pero, dime una cosa, ¿Antés, el de cuerpo entero o el de ficción espacial imaginado, te sumergió en una vorágine de sentimientos? ¿De verdad él te empujó por ese rumbo? ¿O acaso la relación se impuso por sí sola y creció al calor de las palabras, del roce de las manos y en la ternura de las miradas que les cautivaron sin proponérselo ninguno de los dos? ¿O de los tres? Porque aún no sabes si el Antés de la ficción existió de verdad o lo creaste para darle cuerpo a quien no se atrevió a tomar el tuyo. ¡Qué cosas pasan en la vida que le dan otro rumbo al universo! Hoy quieres sin amar a quien te quiere querer toda la vida, y no puedes olvidar a quien te quiere sin atreverse a tomar el amor que tú le brindas con cariño, con pasión y con dulzura de mujer enamorada. Y él te quiere también. Más no entiendes por qué no te quiere como ninguno de los tres que, antes que el cuarto de los hombres en tu vida, te quisieron. Y tampoco lo entiende él, que te adora y se muere por hacerte suya como lo deseas.

Comentarios

Este cuento sintió tan fuerte el deseo de ser leído que se brincó las trancas y se fue con ustedes antes de llegar al blog.
Disculpen el erro de edición.
Aquí lo tienen ya, correctamente, editado y con excelente producción. Eso pienso yo.
Ustedes, con su comentario, ratificarán o corregirán.
Gracias por leernos y por expresar sus opiniones.
Y a los que nos leen sin dejar su comentario. Gracias, también.
Les cuento que en el sitio que administra este blog, hay registradas cientos de vistas a los textos. Van de 200 a 600 en distintos relatos.
Saludos y felicitaciones a todos; los que escriben y los que leen.
Cuanto deseo, dualidades que se entrelazan en uno solo. La narración, el pensamiento entre los deseos, realidades.
Las demarcaciones o lo opuesto sólo son eso, al liberarse de ello se crea esa vibración de una solo. Y de ahí, la unidad en deseo mutuo.
Me parece. Un texto de entrega total, emotivo, erótico...

Saludos
Marylap
Estimada María Luisa, la Literatura es eso: la libertad creadora de mundos paralelos, que construye ficciones que asemejan realidades; esas son las dos Leyes Fundamentales de la Narración: Verdad y Verosimilitud. En una cuentas las cosas tal cual acontecieron; y en la otra, la narras como si fuera verdad, aunque no lo sea necesariamente.
Saludos
Anónimo dijo…
Me gusto mucho el texto maestro hace que te trasportes a la historia como si tu fueras la la mujer que describe en el texto,logra que te imagines las sensaciones que ella sentía y por lo que pasaba al tener cerca a ese hombre que tanto le gustaba.
Rosa Isela Ribas Sierra
Isela, esa es la ilusión ee todo escritor que los lectores se identifiquen con la narración muchas gracias Saludos
Sumamente interesantes esos cambios de personajes, de voces, de sentimientos, de amores. Maestro Frías su prosa me resulta evocativa, mientras leía pensaba en Cortazar e incluso en una canción de Maritrini que se llama "Mi tercer amor".Escribir desde otra perspectiva eso sólo lo hacen los buenos.
Felicidades.
Un abrazo desde Los Mochis para todas y todos.
Adán Apodaca
Estimado Dr. Adán Apodaca es un honor ser leído por lectores como Usted, que relacionan los relatos con autores grandes de verdad, como los titanes del boom latinoanericano: Cortazar, García Márquez; eso nos hace pensar que nuestro granito de arena algo suma a la enorme playa literaria por la que arriban los aliados de la Normandía escritural que nos libere de las camisas de fuerza de las APA y de los ISBN editoriales academicistas, para escribir con la libertad del pensar y del sentir de la vida real. Gracias
Marcelo Tolosa dijo…
Ahora si no voy a andar con formalidades. SUPER CHINGON!

Hay algo que dice:
“Cuando Aeschines hablaba, la gente decia: “Oh, mira que bien habla”
Pero cuando Demosthenes hablaba, decian: “Dejanos atacar a Philip””

Eso yo considero lo que separa a un buen escritor. El que sabe como atrapar y subir al lector en una motana rusa de emociones y causar un efecto en el.

Como siempre un deleite leer al Master. Le mando un saludo.
Estimado amigo Tolosa, agradezco su comentario, porque refleja el propósito de quien escribe;es decir que subir a un lector a una montaña rusa de emociones es un deleite solamente si el autor le acompaña, pues un texto se termina de escribir cuando el lector termina de leerlo; es decir que el escritor debe de sentir por anticipado la emoción que anhela despertar en su lector. Uno escribe por el puro gusto de sentir bullir la adrenalina en la piel de los lectores. Gracias y saludos
Unknown dijo…
MUY BUEN RELATO DE AMOR UN POCO AL ESTILO DE LOS GRANDES AMORES IMPOSIBLES PERO SUBLIMES
Marcelo Tolosa dijo…
Estaba enfocado en mi opinion sobre el texto que se me olvido felicitarlo tambien por el numero de visitas. De 200 a 600 me parece muy impresionante en tan corto tiempo y no lo dudo va a llegar a mas. Me parecen una joya los textos aqui publicados. Muchas Felicidades amigo Jose Manuel. y me gusto mucho su respuesta , asi es :"el escritor debe de sentir por anticipado la emoción que anhela despertar en su lector. Uno escribe por el puro gusto de sentir bullir la adrenalina en la piel de los lectores" Le mando un saludo.
Gracias amigo Marcelo, la Literatura siempre será expresión y comunicación; y con Usted, sin conocernos en persona, los relatos literarios ya nos han convertido en una Comunidad de lectores y de escritores de este blog.
Saludos
Marcelo Tolosa dijo…
Asi es. Fijese que con esta opcion nueva no me notifica sobre la respuestas de comentarios.

Pero yo si lo ubico perfectamente en persona, de hecho una vez lo vi en un Banorte pero como no habiamos tratado mucho y el gerente me estaba entreteniendo ya no lo salude. Pero a la otra creane que con toda confianza paso a saludarlo.

Tambien, ya se que me va a decir " Dejate de tonteras y ponte escribir" jaja! Pero a cabo de comprar dos memorias/biografias una sobre Hemingway y Chuck Palahniuk. Todo esto para "inspiracion literaria"Jaja. Le mando un saludo Estimado amigo Jose Manuel.
De Chuck no he leído nada; pero a Hemingway lo leí desde la preparatoria y es un excelente escritor.
Ojalá y cuando salgamos de este marasmo, podamos coincidir en alguna presentación o tertulia literaria. mientras que bueno que nos lee y deja comentarios. Gracias y Saludos
DAGP dijo…
Excelente texto, la verdad siempre he pensado que el amor es una de las tantas incógnitas mas bellas de la vida, pues así como podemos amar a una persona pensando que es la ideal tal vez nuestra verdadera pareja ideal esta con anhelo de estar a nuestro lado, en fin el amor es un juego donde ganas o pierdes pero nada esta escrito... buen trabajo saludos!!!
David Arnoldo
Gracias, David, el amor es inasible, incorpóreo y diverso, toma las formas del sentimiento de cada quien Saludos

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