
No me convencía tan fácil de leer, en mi casa había más libros que cazuelas para cocinar, enciclopedias, revistas de superhéroes y, en ciertas ocasiones, historias del gran Memín Pinguín MI PADRE ME INVITABA A LEER Y YO CORRÍA DETRÁS DE UN BALÓN DE FÚTBOL Jesús Manuel Tamayo Oliva Debí tener algunos nueve años cuando mi padre me invitaba a leer parte de sus libros, pero en ese entonces mi vida era un balón de fútbol, una sonrisa puesta en los ojos de mi madre y una pequeña guitarra color marrón. ¿Qué tanto significaba leer para un niño? Me preguntaba, ¿por qué tanto el afán de mi viejo por los libros? Cada tarde lo observaba frente a su enorme librero, sin camisa, sentado en su escritorio escuchando a Joaquín Sabina, fumando un cigarrillo, leyendo un libro y escribiendo en su computadora. Ese hombre era mi padre, mi héroe, mi mejor amigo por muchísimo, el culpable de mi amor por la música, los libros, la poesía, la verdad, sólo tenía un defecto; nunca le importó el fútbol y yo a ...