“Es difícil pelear contra los pensamientos propios, resultan ser enemigos a veces. Ansiedad, le dicen, es el agobio de tanto pensar, pero es imposible dejar de hacerlo”
HABLEMOS DE ANSIEDAD
Andrea Berrelleza Altamirano
- ¿Cerraste bien la puerta? ¿Apagaste la estufa? ¿Le diste de comer al perro?
¿Dónde quedó tu pasaporte? ¿Todavía no se ha vencido tu visa? Acuérdate que
tienes que lavar ropa, las sábanas, hacer ejercicio, enviarles a los papás de
los niños las actividades, barrer tu habitación, ahorrar dinero, comprar el
vesti-…
- ¡Ya cállate! Un ratito de paz, por favor-.
Es difícil pelear contra los pensamientos propios, resultan ser enemigos a
veces. Ansiedad, le dicen, es el agobio de tanto pensar, pero es imposible
dejar de hacerlo, las preocupaciones cada vez son más. A veces mi cabeza no es
tan grande para mantenerlos ahí, a veces se me desbordan y se caen a través de
mi pelo, cada cabello que cae al suelo; a través de las uñas y cutículas que me
muerdo y luego escupo, a veces con enfado, a veces nomás deseando deshacerme de
ellas. A través de la acidez estomacal, los mezquinos, el sarpullido y el acné;
con los kilos de más porque necesito meter comida a mi boca para callarlos, o
kilos de menos porque necesito cerrar mi boca para callarlos.
De manera personal, a veces, se me desbordan esos pensamientos mediante una
taquicardia: se me acelera el ritmo cardíaco, mi respiración se agita y el
sentimiento de soledad es abrumador, de verdad me he sentido muy sola y siento
la obligación de tener que lidiar con esos cuadros de crisis yo sola. Pero
nunca le llamé ansiedad porque no sentía que me hiciera falta el aire, ni la
necesidad de salir corriendo a la calle, tampoco tenía que tomar una pastilla
de Valium, sólo por eso no era ansiedad porque conocidos con verdadera
ansiedad contaban sobre cuadros de crisis muy diferentes a los míos, así
que lo mío no podía ser.
Por ahí, románticamente dicen que la depresión es un exceso de pasado,
mientras que la ansiedad es un exceso de futuro. Quizás tenga un poco de
sentido porque, generalmente, la ansiedad se presenta desde la preocupación de
todo lo que no podemos controlar y algo verdaderamente incontrolable es el
futuro. Los pensamientos parecen volverse incontrolables; muchas personas se
toman la libertad de comentar que no es tan difícil controlar esos pensamientos
de modo que, quizás inconscientemente, se minimiza la situación por la que
miles de personas pasan; hay personas que necesitan ayuda externa como un
momento de ejercicios de respiración o tomar algún ansiolítico.
Una cosa cierta es que muchas personas carecen del conocimiento sobre esta
área de desarrollo humano: la inteligencia emocional. Sólo los expertos en el
área tienen conocimiento sobre esto y no es como que todos tengamos que
aventarnos a leer a los teóricos sobre el tema, pero sí es un conocimiento
básico con el que deberíamos contar, como las sumas y restas, como leer y
escribir.
Por un lado, cuando en los programas de estudio se integró el campo de
desarrollo afectivo como un conocimiento que se debe enseñar en el aula, me
pareció que, al fin, algunas voces fueron escuchadas y sentí como una especie
de esperanza en el sistema educativo. Luego, pensé: ¿quién se va a encargar de
esta tarea? ¿Los maestros mismos? Y lo siguiente fue: no es posible. No es
posible que los maestros y maestras, sobre todo los veteranos, quienes todavía
estigmatizan el ir a terapia o tomar tratamiento psiquiátrico como algo de locos,
quienes no se cuestionan nada: ni el porqué lo convencional es como es y no de
otra forma, mucho menos por qué se siente lo que siente en la situación que
detona esa emoción, quienes sufren de insomnio durante las noches y lo último
que pudieran pensar es que es debido a la ansiedad porque ni siquiera conocen
el término, quienes ni siquiera pueden admitir que se equivocan y cometen
errores o que no saben sobre algo… ¡no lo creo! No creo que sea posible que
haya una enseñanza óptima del desarrollo emocional en nuestros niños. Entonces,
¿se trata de contratar psicólogos por honorarios y mal pagados para que cumplan
esta tarea y que se vuelva un programa parecido al PRONI que contrata asesores
de inglés con pocas o nulas habilidades de enseñanza sólo para cumplir con un
requisito?
La amsiedá (como le dicen en los memes) puede resultar, a veces, un
tema tabú para algunos, un tema en el cafecito o en las borracheras para otros,
el primer paso para empezar un proceso de terapia para unos, un tema de segunda
mesa para otros porque deriva de problemas de salud físicos (porque físicamente
se manifiesta) o un tema de burla para otros, generalmente, de generaciones
anteriores, más viejos. Resulta que a las generaciones anteriores poco se les
enseñó acerca de estos temas y se jactan de no haber necesitado un psicólogo
para salir adelante y el que ahora se entienda esta área de manera diferente,
se interpreta como una fragilidad (por eso se mofan de la generación de
cristal).
Lo cierto es que esta renombrada ansiedad existe y se manifiesta de
diferentes formas, dependiendo del cuerpo que habita. Hay cuerpos que han
tenido que aprender a convivir con ella durante toda su vida por ignorar que
tiene un nombre y que existen métodos para lidiar con ella y convivir de una
mejor manera. Hay cuerpos que han decidido hacerle frente ya sea con el uso de
pastillas, con la ayuda de terapia psicológica o ambos en conjunto. Hay cuerpos
que la sienten y aún no saben qué es y de qué se trata y lloran sin saber por
qué si no se sienten tristes.
Con la situación mundial actual y el encierro en casa que ésta provocó, no
cabe duda que muchos la vivimos de maneras diferentes. Puedo compartir mi
testimonio: me rapé la cabeza (así como Britney, pude entenderla), aunque de
alguna manera se disfrazó de acciones que yo quería hacer, pero, aunque
no me arrepiento, no había razones sólidas para hacerlo (aunque siempre lo
justifiqué con mi cabello maltratado). Meses después, por un cuadro ansioso de
esos en los que solía sentir el ritmo cardíaco agitado y los sentimientos de
soledad abrumadores, además de que las lágrimas de preocupación brotaron de
la nada y por nada, decidí empezar un proceso de terapia
psicológica; tras un año de terapia (y contando), hoy puedo entender que fueron
situaciones en los que mi ansiedad se hizo presente y, aunque sabía de su
existencia, no sabía estaba habitando en mí (el huésped maldito, aquí sí que
sí). Hasta hoy en día, no he sentido esas crisis de la misma manera, creo que
las controlo mejor.
Una vez más: la ansiedad es un problema que existente y persistente porque
también somos nosotros mismos, ella es nosotros y nosotros somos ella y la
incredulidad y la ignorancia son nuestras peores enemigas que se interponen en
ese proceso que nos lleva a entender el porqué de su existencia; entendiendo
esto, podremos hablar de nuestra ansiedad, tomarla de la mano y taparle la
boca.
Comentarios
Andrea, qué bueno que regresas a este Blog que disfruta y extraña tus textos cuando dejas de mandarlos. En este caso, has vuelto con un tema, no de moda, sino de urgente necesidad de platicar sobre él. Y, fíjate bien, no dije analizar ni examinar con rigurosidad, sino, tan solo, charlar sobre su presencia, sobre sus manifestaciones y sobre cómo influye en el sentir de las personas que sufren de ansiedad y en el sentir de las personas que le quieren de verdad.
Tu relato es muy interesante y revelador. Esperamos que los cientos de lectores que nos leen se animen y dejen comentarios. Pero, ojalá que los educadores que también nos leen, fueran generosos y comentarán sus experiencias al respecto.
Felicitaciones, José Manuel Frías Sarmiento
Gracias por darse el tiempo de leerme, amigas; como personas involucradas en el sector educativo, bien podemos entendernos respecto a esta situación porque vemos y vivimos, en esencia, lo mismo en las aulas con nuestros alumnos y compañeros maestros.
Saludos✨