“Los libros de texto sin duda se conectan con muchos de los más bellos recuerdos de nuestra educación, fueron nuestros compañeros cuando leímos en voz alta frente a todo el grupo”
MÁS QUE LIBROS…
Rubí Guadalupe Osuna Lizárraga
¿Cómo olvidar el
primer día de clases?, llegabas a tu salón con muchísimas inquietudes, pensando
quién se sentaría al lado de ti, si tendrías nuevos compañeros, si tu profesor
de clase sería simpático o demasiado serio, si necesitarías más cuadernos que
el año anterior y preguntándote qué cosas nuevas aprenderías, pero todo eso más
que inquietarte; te emocionaba, imaginabas una nueva aventura; y la emoción crecía
mucho más cuando llegaban a tus manos… ¡LOS MARAVILLOSOS LIBROS DE TEXTO! Inmediatamente
revisabas cada una de sus páginas y todo el salón de clases parecía no hablar
de otra cosa; se convertían en tus compañeros durante el año escolar, o quizá...
durante muchos años; puesto que guardamos con ellos, nuestros más
significativos recuerdos en el camino educativo.
Sin duda alguna,
los libros de texto nos han regalado a cada uno experiencias maravillosas, que
muchas veces se cuentan hasta fuera de las aulas; recordarlos es hacer énfasis
en la ciencia, la cultura, la literatura o el ingenio matemático…pero ¿Cómo es
que los libros de texto empezaron a escribir su historia?... Revisemos algunos
datos…
Formalmente el
artículo 3° de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
señala que la educación mexicana ha de caracterizarse principalmente por tres
aspectos: Laica, Gratuita y Obligatoria. La gratuidad de la educación ha
significado siempre un reto para el Estado. Cuando Adolfo López Mateos llegó a
la presidencia, en el año de 1958, encontró un México con una educación que
pedía ser atendida, pues encontraba una limitante en la enseñanza cuando los
padres de familia no podían tener acceso a los libros de texto para sus hijos,
puesto que les resultaban muy costosos. Frente a dicha situación, López Mateos
eligió a Jaime Torres Bodet, para ocupar la Secretaría de Educación Pública,
por segunda ocasión. Bodet había tenido una preocupación por los libros con los
que se educaba a los niños y niñas de México desde la primera ocasión que ocupó
este puesto, alrededor del año 1944; sin embargo, no se había materializado alguna
solución, lo cual cambió en esta ocasión al frente de la Secretaría de
Educación.
Jaime Torres Bodet
posicionó el propósito de que cada niño a lo largo y ancho de nuestro país
asistiera a la escuela con un libro bajo el brazo, proporcionado por la
federación, así fue como impulsó una extensa campaña de alfabetización, el resultado
de ello fue que el 12 de febrero de 1959 se fundara por el presidente Adolfo
López Mateos la CONALITEG (Comisión
Nacional de los Libros de Texto Gratuitos).
La semilla que germinaría a manera de libros para todos, no
podía dar fruto por sí misma, necesitaba de una ardua tarea para iniciar, para
construir raíces sólidas, en otras palabras: fabricar los primeros libros de
texto ahora se convertía en el gran reto; así que al frente de esta gran labor
se colocó al escritor Martín Luis Guzmán, ganador del Premio Nacional de
Literatura en 1958, quien se convertiría en el primer director General de la
CONALITEG.
Sumado estos esfuerzos, que requería un nuevo organismo con
un propósito tan grande pero tan noble; la creación de la CONALITEG se enfrentó
a una suma de críticas que no se hicieron esperar, especialmente por quienes
antes colocaban en las manos de los niños mexicanos sus libros de texto, hablar
de éstos de manera gratuita para todos y sin ninguna distinción parecía ser aún
un sueño inconcluso.
Con el esfuerzo de
grandes talentos mexicanos que se dieron a la tarea de diseñar, escribir,
editar y organizar, textos, ideas y esquemas, los primeros libros de texto
fueron entregados en el año de 1960; desde ese momento un México diferente
comenzó a dibujarse, cada página en ellos era un encuentro en común de la
cultura mexicana, la ciencia se hacía llegar a los más alejados lugares del
país, pero, sobre todo, para los niños mexicanos se abría un horizonte nuevo de
posibilidades, pues se contaba ya con nuevos aliados del conocimiento.
Hoy, los Libros de
texto Gratuitos, la CONALITEG (Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos),
cumple más de 60 años y celebrarlo es celebrar a México, su cultura,
literatura, arte, ciencia y tecnología que han cobrado vida en cada una de las
páginas de los libros que cada ciclo escolar llegan a las aulas de nuestro
país, y dibujan sonrisas cuando los niños y maestros los tienen en sus manos;
pero, sobre todo, siembran esperanza para la nación, son más de 60 años en los
que no se ha dejado de trabajar para que los propósitos iniciales se sigan
cumpliendo: tener una enseñanza uniforme, garantizar igualdad de oportunidades
a todos los niños y niñas así como dar unidad en la educación.
Lo que inició como
un pequeño proyecto con ambiciones grandes, hoy es una enorme realidad con
ambiciones superiores, los Libros de Texto Gratuitos son una realidad en la educación
preescolar, primaria, secundaria, telesecundaria, indígena, Braille y Macrotipo.
Hablamos de más de 5 mil millones de libros.
Indudablemente,
cuando su historia se escribe permite escribir la de la educación misma; pero
también han logrado quedarse como sello personal en cada uno de nosotros y eso,
eso es también lo que celebramos, más allá de una política educativa que ha
logrado conservarse. A lo largo del tiempo se encuentran las marcas que han
dejado en los niños y jóvenes mexicanos, han conseguido algo maravilloso quizá
sin perseguirlo: quedarse en nuestros corazones; porque... ¿Quién no recuerda
un cuento que leyó en su libro de texto de primaria? ¿Quién se ha olvidado de
aquellas portadas y colores que los caracterizan?
Los libros de
texto se conectan con muchos de los más bellos recuerdos de nuestra educación,
fueron nuestros compañeros cuando leímos en voz alta frente a todo el grupo, o
nuestros guías cuando realizábamos un experimento, quizá nos inspiraron a crear
y muchas veces hasta creer en nosotros mismos; dicen popularmente que los
libros son amigos fieles, y sin duda que sí, muchos de estos tantos libros que
nos entregaron en primaria o en secundaria aún están en nuestros acervos,
esperando que los abramos nuevamente para recordar bellos momentos o para
regalarnos una deliciosa lectura, pero si físicamente no los conservas ... lo
están en nuestras mentes como un tesoro invaluable.
Quizá como yo,
recuerdas el “libro de la ventanita” o “el libro del perrito”, de primer grado
de primaria; los llamábamos así por su portada, pero yo digo que era por el
cariño y la cercanía con que los acogimos desde el momento en el que todos
juntos pudimos leer “Paco el Chato”, sabíamos que nos esperaban grandiosas
aventuras al lado de nuestros libros. Probablemente para ti, querido lector,
los recuerdos sean otros. Por tus manos pasaron distintas ediciones de estos
libros, pero sin dudarlo compartimos sentimientos: Alegría y Gratitud, la
primera por tener tan bonitos momentos al lado de un libro, y la segunda porque
es una realidad compartida por todos los niños de nuestro MÉXICO…
¡Gracias, queridos
Libros de Texto Gratuitos, por llevar cultura, alegría y educación a la niñez
mexicana!
¡Gracias por ser Más que Libros!
Comentarios
Rubí, cómo olvidar esos maravillosos paseos por la cultura, el conocimiento y la educación escolarizada que significaban los Libros de Texto Gratuitos para millones de niños que sólo con ellos podíamos acceder a regiones a las que no conocíamos y a las que, en algunas de ellas, nunca estaremos en presencia física, porque en la intelectual, podíamos ir y venir, en cuanto abriéramos las páginas de aquellas mágicas puertas al saber universal.
Eso fueron los Libros de Texto Gratuito, para muchos de los niños que hace años vivíamos en los ranchos sin pavimento, sin servicios urbanos y con una sola aula por escuela para los tres grados que, por años, fueron todo el nivel educativo que el Estado le ofreció a miles de frustrados e ignorados posibles futuros profesionistas que no pudieron salir de su entorno rural. Solamente los Libros de Texto Gratuito nos dieron fuerzas, conocimientos y la oportunidad de no claudicar y de seguir tercos para continuar, hasta salir a conocer un poco más de lo que en sus páginas leímos.
Gracias por el recuerdo y la nostalgia. José Manuel Frías Sarmiento
Le envío un abrazo y mi reconocimiento desde Los Mochis.
Adán Apodaca