
“El corazón de Ara retumbaba en su pecho. Tenía muchas ganas de llorar. No podía creer que aquello estuviera sucediendo. El tipo no parecía estar jugando” EL SECUESTRO DE ARA Andrey Padilla De vez en cuando Ara se bañaba en el río. Lo hacía porque el reino donde vivía era seguro, pero no imaginaba que un habitante de otro reino había cruzado las fronteras, violando un pacto ancestral, y de vez en cuando la observaba cuando se bañaba. Los ojos del desconocido veían cuando Ara lavaba su cuerpo, cuando lavaba sus cabellos y cuando se ponía sus ropas. Luego ve...